Nos hacemos mayores entre WhatsApp y WhatsApp,
sin fijarnos en las pequeñas cosas que nos da la vida,
sin fijarnos en la constelación de lunares que forman
la espalda de aquella chica que conociste en ese cine de mala muerte,
en las pequeñas arrugas que le salen a tu padre
en la esquina de los ojos cuando sonríe,
en la forma en la que cada persona te hace el amor
cuando te mira a los ojos diciéndote la verdad.
Malgastamos la vida en las equivocaciones,
en pensar si fuiste tú o si fui yo,
en vez de apostarlo todo a un nosotros que cambie el rumbo
de todo lo que hasta ahora creemos posible.
Perdemos la vida en segundos,
y ahí afuera,
todo son guerras.