Cierro y abro los ojos intentando que la oscuridad desaparezca complemente. Las gruesas barras de metal marcan con brusquedad los límites de mi existencia. Jadeo desesperadamente deseando salir, pero nadie se acerca. Un grito gutural sale del fondo de mi garganta buscando un poco de misericordia entre tanto odio atravesado en las fauces de quien disfruta al verme sufrir. Golpeo sin fuerza aquella cárcel que se alza ante mí como todo aquello que me vio nacer, y me va matando lentamente. Grito tu nombre entre lágrimas anhelantes de un perdón ante el inminente castigo. Me miras, afilas las uñas, hueles el miedo, apagas la luz.