He dejado a mi mente dando tumbos por culpa de un caótico e indeciso corazón. Ya no me sale mentir, decir que todo está bien cuando existe ese opuesto que me acompaña siempre. Hoy ha sido uno de esos días malos. De los de no querer levantarse de la cama y ni siquiera molestarse en mirar la hora y asegurarte de que el mundo no se ha olvidado de ti. Simplemente las horas han pasado mientras intentaba quitarme la costra y dejar que esa herida cada vez más grande saliera a la luz. Era demasiado grande como para seguir ocultándola debajo de todas esa felicidad hueca. Vacía. Calculada. Fría. Carente de verdad. Otro día malo, ya sabes, de esos que nunca se van pero sabes esconder de forma brillante debajo de esa sonrisa de esfinge perfectamente ensayada.
Sandra Haya