El final.

No me quise dar cuenta hasta el final de que esto se había acabado, de que estábamos luchando por recomponer algo que ya se había roto hacía mucho tiempo. Intentamos hacer todo lo que estuvo en nuestra mano pero al final el destino nos desarmó, estaba claro que él tenia otros planes. Lo que más me dolía de todo aquello era verte llorar, era ver como el mundo se desvanecía frente a mis ojos con la llegada de la primavera. Ahora tenía que plantearme volver a empezar, pues todos los esquemas que habíamos hecho juntos durante este tiempo los había hecho trizas la realidad. Me costaba imaginar que a la mañana siguiente no despertaría entre las sábanas y cubierta de besos, que no fueras tú quien me susurrara un “Buenos días” al oído con esa voz ronca y sensual que tanto me gustaba. Ahora sólo era una niña asustada que se sentía desprotegida sin la seguridad que le daba estar entre tus brazos. Y sólo me quedaba explicarle a mi corazón que, una vez más, le tocaba reconstruirse y volver a empezar.

Sandra Haya

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