Archivo de la categoría: SINCERICIDIO ATEMPORAL

Metamorfosis de una amígdala poeta

Me han tenido que crecer rosas en el pecho, para darme cuenta de que las espinas son el precio que tengo que pagar si quiero que, en mí, algo florezca. He aprendido a tropezarme mil veces con la misma piedra sin mirar de soslayo a un reflejo inexistente, sin echarle la culpa a la nada por miedo a pensar en el presente y encontrarme con algo que no fueras tú.

He aprendido de mis errores como aquel que un día estuvo al borde del precipicio, y desde entonces sólo conoce la adrenalina, cuando piensa en saltar. He escrito textos que me han partido el alma, he abrazado a personas que se la han llevado consigo y he conocido lugares que son tierra de nadie, hechos a la medida exacta para mí.

Me he gritado incapaz de entender el porqué, me he follado a versos, me he dedicado canciones, me he clavado puñales y he aprendido a disimularlos a base de lamer. He mudado cada piel que otra persona no sabía cuidar, he volado, he vuelto a la tierra y jamás he conocido hogar como el que forma mi abuelo con solo respirar. He aprendido que a veces las matemáticas fallan, que uno más uno pueden ser dos, o tres o cuatro, que el número par no está de moda y que ahora lo de saber amar, en vez de una realidad se ha convertido en distopía.

He apostado, he perdido. Me he desnudado de prejuicios y me he vestido, irremediablemente, cuando lo único capaz de calarme los huesos era el invierno. He sabido parar a tiempo, desgarrarme en silencio y después, recitarlo aquí.

Supongo, que al fin y al cabo se trata de eso.

Llenarme, vaciarme y saber huir a tiempo,

muy lejos y a la vez, irremediablemente cerca, de aquí.

tumblr_osgwa2q8Aj1unnnneo1_1280

Querida tempestad

El día en el que te conocí, me hablaste de fronteras e imposibles, a sabiendas de que entre tus brazos, no era capaz de encontrar otro límite que no fuera el poder amar, nunca, a nadie que no fueras tú.

Desde aquel día nos permitimos volar, como si nunca hubiéramos estado listos siquiera para intentarlo, como si nos faltaran escusas para mirarnos a los ojos y hacernos aire. Como si tuviéramos miedo a lo que pasaría cuando la única palabra que nos descubriera las fauces fuera serendipia, y sucar el cielo fuera un regalo merecido para intentar reparar algo que nunca quisimos perder, pero que sin embargo, dejamos que nos arrebataran, sin tener el coraje suficiente para defenderlo.

Hundiste los dedos en mi pecho, y clavaste la bandera blanca del amor esquivo entre tu destino y el mío, dejándome anclada en el suelo sin posibilidad, al menos, de una prórroga, de un segundo asalto, sin posibilidad, al menos, de salir de aquí.

Ese día te vi volar tan alto, que tuve que apartar la mirada para evitar soñar despierta, mientras mis alas se clavaban en la tierra, encerrando mi último aliento en una jaula que llevaba tu nombre entre unos barrotes que clamaban libertad, las tuyas no dejaron de moverse jamás.

Desde entonces, el cielo se tiñe de negro cada vez que, arropándome con su llanto, me oye llorar.

Niña vestida de calma, te llamaremos tempestad.

Amor en verso

Si algún día nos volvemos a encontrar, prométeme que me mantendrás despierta este invierno; al menos el tiempo suficiente como para cerciorarme de lo bonito que es soñar. No te sorprendas, poesía, de alma afilada como el viento y ojos ensangrentados de llorar, después de la tempestad llega la calma, y finalmente, la tempestad. Hemos nacido para ser guerreros involuntarios que sufren sus penas bajo el papel que les otorga la vida, y el sobrenombre de locos, o escritores, o poetas. Encuentra cobijo en mi regazo ante este invierno atemporal que antes nos causaba calma, y deja que te describa de la mejor forma que sé; con palabras. Niña vieja y rota, cosida de tantas formas como vueltas te ha podido dar esta vida, deja que de tu pecho broten nuevas ramas que sujeten a los soñadores que todavía creen en ti,

para que así,

tu mundo sobreviva.

 

25ecd73db6980037df8695ef14426cee--future-daughter-want-you

Far, far, away

Hemos aprendido a volar, a falta de ganas para seguir andando en un mundo en el que todo era ir dando traspiés. Hemos conocido al demonio que llevamos dentro, cuando ni el mayor de los milagros era capaz de salvarnos del infierno. Hemos aprendido que las promesas son eso que se incumple, cuando las palabras ya no son necesarias para demostrar que eso que se dice ya no es verdad. Hemos sido el ejemplo más veraz y gratuito de las dos caras del avance, y de la destrucción que crean aquellos que desean quedarse atrás. Lo hemos tenido todo, y sin saber cuidarlo, nos hemos quedado en la precariedad de quien no movería un dedo para salvar la vida, ni aunque pagaran por ello. Hemos sido las víctimas de un desconocimiento digno de un récord, que haría que el mismísimo Lorca levantara la cabeza de su tumba, y se fuera, con su poesía, lejos de aquí.

No es cuestión de etapas

Soy calada y bocanada de aire a pleno pulmón. 

Soy, de rodillas, la mejor pecadora. 

Soy poesía de la calle, de la que se lleva ahora, de la de gritar que el mundo es un mierda y seguir con una sonrisa por sea caso escampa. 

Soy la que vive en un infierno perpetuo pero todavía cree en Dios. 

Soy la peor pesadilla de todos aquellos que un día no me dejaron dormir. 

Soy la que odia el verano y cualquier estación, pero se divierte viviendo en bucle para poder seguir escribiendo. 

Soy la niña de papá a la que las etiquetas nunca le han hecho falta. 

Soy el ‘tenemos que hablar’ y el polvo que llega cuando no se termina de llegar a ninguna parte. 

Soy la que ve la tele, como el escenario perfecto para hombres con cuerpo de traje y cara de lobo. 

Soy la exclamación y la revolución de aquellos que aún están dispuestos a luchar para ser libres. 

Soy la corrección de los errores que un día cometieron mis padres, los principios de mi abuela y el apoyo de mi madre.

Soy los gritos, los llantos ahogados, los años, los daños, las ganas de huir.

Soy la risa, la prisa y la Frida que una vida más, y a pesar de todos,

 se 

queda

aquí.

VI

Junio ha sido un mes para crecer y para pasar página. Ha sido un mes para olvidar por un instante todo lo que había tenido que recordar en el pasado. Ha sido un mes para dejar a un lado todo lo que me había hecho daño, y convertirlo en el combustible perfecto para hacerme más fuerte. Ha sido un antes y un después. Un capítulo notable de mi historia. Sin pena ni gloria. Ha sido un mes para mí y los míos. Para los míos. Para los que siempre lo han sido. Para los que no se fueron cuando la cosa se ponía fea. Cuando todo cambiaba. Cuando yo me dejaba arrastrar por la lluvia de un abril de cuento. Del que sólo vivía por el recuerdo de un mísero momento en el que fui feliz. También ha sido un mes para abandonar a todos aquellos, que siguieron conmigo, pero que se fueron dispersando cada vez que había tormenta, y se acaban yendo al Sol que más calienta. 

Lástima.

Ha sido un mes de cafeterías bonitas, de momentos bonitos, de personas bonitas. De proyectos, de ganas, de descanso. De conocerme y reconocerme frente a un espejo, y decirme que me quiero todos los días. Ha sido un mes de soplar velas, de cumplir años, de comprar libros, de reír alto, de pedir deseos con los ojos cerrados, de abrazar fuerte, de decir te quiero, de echar de menos y poder remediarlo, de comer chocolate, de comerme el mundo, de ir corriendo sin estar caminando, de caer y levantarme, haciendo un guiño a mis rodillas sonrosadas, de parte de unas mejillas orgullosas.

Y claro que ha habido instantes malos, pero por el momento, por este mes, por mí y por todo lo que he luchado, no vale la pena, siquiera, mencionarlos.

When, when the fire’s at my feet again
And the vultures all start circling
They’re whispering, «you’re out of time.»
But still, I rise
This is no mistake, no accident

When you think the final end is near; think again. 

Don’t be surprised, 

I will still rise.

Atte: Sandra Haya 💜

Me presento

Soy la gota que colmó el vaso. Las manillas de un reloj que perdió la hora pero no las ganas de seguir andando. Soy el punto y final de la historia interminable. Soy un polvo sin beso, una huida sin regreso, una película de amor sin final feliz.

Soy la exclamación del grito, del progreso, de la risa, del viento, del orgasmo coronando una tarde de domingo, antes de volver a la rutina e ir a trabajar.

Soy la heroína de mi historia, aquella que corre por las venas de los que me leen sin saber que lo que tienen delante no es poesía; si no desastre. Que Roma llora pensando que sus ruinas jamás estuvieron tan cerca de la palabra ‘amor’.

Soy el recuerdo de tus mejillas como si fueran Troya, la razón de tu mala memoria, tu canción favorita antes de dormir.

Soy la causa y el efecto, la versión buena y mala de la historia; tu jodida trayectoria, la metáfora de la gloria que sólo te concede los huevos de querer vivir.

Bala metáfora

Hoy siento como si la vida me desgarrara entre sus dientes con una sonrisa socarrona. El dolor hambriento que recorre mi cuerpo se clava en el pecho haciéndolo sangrar; ya no hay sístole ni diástole que salven tanto desastre. Gimo como si, más que un saludo de guerra, fuera un grito de ayuda, de alerta, como una señal en rojo sangre que carece de ella. La poesía me mira desde una esquina de la habitación, con el baile elegante de una mecedora, permaneciendo ausente, fiel espectadora de un autoretratro destructivo, intrusivo y definitivo. Como si eso no fuera suficiente poesía, comenta, como si no estuviera lo suficientemente destruida ya.

Y sonrío.