Si algún día nos volvemos a encontrar, prométeme que me mantendrás despierta este invierno; al menos el tiempo suficiente como para cerciorarme de lo bonito que es soñar. No te sorprendas, poesía, de alma afilada como el viento y ojos ensangrentados de llorar, después de la tempestad llega la calma, y finalmente, la tempestad. Hemos nacido para ser guerreros involuntarios que sufren sus penas bajo el papel que les otorga la vida, y el sobrenombre de locos, o escritores, o poetas. Encuentra cobijo en mi regazo ante este invierno atemporal que antes nos causaba calma, y deja que te describa de la mejor forma que sé; con palabras. Niña vieja y rota, cosida de tantas formas como vueltas te ha podido dar esta vida, deja que de tu pecho broten nuevas ramas que sujeten a los soñadores que todavía creen en ti,
para que así,
tu mundo sobreviva.