You love me for who I am, like the stars hold the moon.
Siempre he buscado la respuesta a las preguntas que nadie tuvo el valor, nunca, de formular. Por eso, el día que nos conocimos supe que lo que susurraban tus labios era una promesa, embutida en una invitación cualquiera para ver el mar, como si este no durmiera acostado en nuestro lecho cada noche. Descubrí cincuenta y seis maneras de besarte el alma, sin ni siquiera quitarte la ropa, y supe descifrar todas esas canciones de Pereza que carecían de sentido, antes de que aparecieras tú. Inventaste lunares que antes no existían, únicamente para ganarle tiempo al Sol, y quedarte anclado en mi espalda, y el amor llamó a mi puerta un sábado por la mañana y sin avisar.
Planeamos mil maneras de cambiar el mundo desde la cama, y supimos enseguida que cerrando los ojos ante el miedo, todo se veía un poco mejor. Me hiciste poesía, musa y arte ante tus ojos, recordándome al oído que la verdadera belleza era la que yo creaba al andar. Y lo dijiste así como si nada, alegando que a veces las verdades eran más sencillas de lo que todo el mundo nos había hecho creer.
Y yo te creí, cuando dejé de creer al mundo.