Te quiero libre,
y si no,
no te quiero.
You love me for who I am, like the stars hold the moon.
Siempre he buscado la respuesta a las preguntas que nadie tuvo el valor, nunca, de formular. Por eso, el día que nos conocimos supe que lo que susurraban tus labios era una promesa, embutida en una invitación cualquiera para ver el mar, como si este no durmiera acostado en nuestro lecho cada noche. Descubrí cincuenta y seis maneras de besarte el alma, sin ni siquiera quitarte la ropa, y supe descifrar todas esas canciones de Pereza que carecían de sentido, antes de que aparecieras tú. Inventaste lunares que antes no existían, únicamente para ganarle tiempo al Sol, y quedarte anclado en mi espalda, y el amor llamó a mi puerta un sábado por la mañana y sin avisar.
Planeamos mil maneras de cambiar el mundo desde la cama, y supimos enseguida que cerrando los ojos ante el miedo, todo se veía un poco mejor. Me hiciste poesía, musa y arte ante tus ojos, recordándome al oído que la verdadera belleza era la que yo creaba al andar. Y lo dijiste así como si nada, alegando que a veces las verdades eran más sencillas de lo que todo el mundo nos había hecho creer.
Y yo te creí, cuando dejé de creer al mundo.
Hemos aprendido a volar, a falta de ganas para seguir andando en un mundo en el que todo era ir dando traspiés. Hemos conocido al demonio que llevamos dentro, cuando ni el mayor de los milagros era capaz de salvarnos del infierno. Hemos aprendido que las promesas son eso que se incumple, cuando las palabras ya no son necesarias para demostrar que eso que se dice ya no es verdad. Hemos sido el ejemplo más veraz y gratuito de las dos caras del avance, y de la destrucción que crean aquellos que desean quedarse atrás. Lo hemos tenido todo, y sin saber cuidarlo, nos hemos quedado en la precariedad de quien no movería un dedo para salvar la vida, ni aunque pagaran por ello. Hemos sido las víctimas de un desconocimiento digno de un récord, que haría que el mismísimo Lorca levantara la cabeza de su tumba, y se fuera, con su poesía, lejos de aquí.
Que somos los reyes,
que aquí solo mandan,
los que destruyen
lo que otros aman.
La musa se ha ido,
empieza el descuento.
¿Cómo se revive algo que está
muerto?