Truco o trato

Caminas de un lado a otro. Nervioso. Te frotas las manos intentando buscar un alivio que parece inexistente, a medida que las agujas del reloj te martirizan con su sonoro tintineo. Sabes que ella también te ha estado buscando en sueños, que ha dormido en casa de sus padres porque no soporta la sensación de dormir en una cama tan grande, que ha llorado durante horas buscando una solución mágica a todos vuestros problemas. Y ahí estás tú. Con los nudillos magullados de la última vez que se te olvidó contener las formas, y acabaste mandado todo a la mierda, al mismo tiempo que la mesa del comedor quedaba reducida al vacío. Te sudan las manos y los recuerdos tiemblan, anhelando casi tanto como tú, la resolución a un cuento de hadas, con las escenas eliminadas que nunca se atrevieron a enseñarnos. La oyes llegar, sus tacones hacen un ruido de falsa seguridad que reconoces al instante, porque tú sientes lo mismo. Suenan las llaves. Pasas las manos por tu pelo. Se abre la puerta. Te lames los labios. Aparece ella. Comienza la función. 

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