El amor es, cuidándolo de forma adecuada, una de las cosas que le dan sentido a la vida, pero otras veces es solamente un lastre que nos hace caer.
Parece que nos da miedo hablar de las relaciones enfermizas, y es que estas se fundan y se mantienen mucho más de lo que queremos o nos gustaría, pero ocurre. Tendemos, de manera generalizada, a justificar cualquier comportamiento cuando estamos enamorados. Esto puede ir desde pequeños desprecios hasta grandes humillaciones y vejaciones, aunque no siempre tiene que ser en ese orden o de esa forma. Y es que si una cosa tenemos que tener clara es que amar no puede doler, no puede hacernos daño. No estoy hablando de típicas peleas en las que es normal que a veces se recurra a frases o acciones (fuera de la violencia física o psíquica), que puedan hacernos pasar un mal rato, hablo más bien de esa típica sensación de vacío en el pecho que te acompaña día a día, y moldea tu personalidad a la imagen y semejanza de quien dice amarte.
Si alguien te ama, y verdaderamente lo hace tal y como lo dice, te amará bien, más y mejor, sin prisas ni presiones, sin segundas intenciones, sin dolor, porque una cosa está clara, el amor está para vivirlo y no para morir lentamente por él.
Así que no te dejes matar.