Lo que no sabes, cariño, es que parte de lo nuestro se va con cada línea que escribo. Que gimo buscando un atisbo de paciencia que me haga superar tus desprecios.
Que soy débil,
que me rompo,
que no quiero sufrir.
Pero me callo, respiro e intento que no se me note que hoy ha sido un día más, en una realidad de mierda.