Ojalá todo fuera tan fácil como pasar página, pero no lo es, porque si así fuera yo ya hubiera tirado el puto libro por la ventana.
No se puede pasar página cuando es la otra persona la que escribe tus líneas, no se puede pasar página cuando sientes que algo te falta y lo echas de menos, no se puede pasar página cuando aunque lo pienses, en realidad, no quieres.
Ojalá todo fuera tan fácil como olvidar, como no recordar a esa persona que ha hecho de tus días algo más bonito, pero no lo es. No lo es cuando sientes un pinchazo en el pecho cada vez que estáis juntos y sabes que no va a haber beso de despedida, ni abrazos de esos que quitan la respiración.
Porque me he equivocado miles de veces, y me he caído cuando en realidad lo único que quería era levantarme con él. Ojalá las relaciones fueran tan bonitas como las películas pintan, pero no lo son. Lo bonito de las discusiones es que a pesar de estas, la otra persona quiera estar contigo al darse cuenta de lo que de verdad vale la pena, quiera estar contigo a sabiendas de que las reconciliaciones serán mucho mejor, y a sabiendas también de que esta vez todo cambiará.
Y no lo digo en vano. Lo digo porque lo sé, porque estos días he sido todo sonrisas cuando en realidad estaba llorando, y porque estoy dispuesta a ser esa chica ‘todo sonrisas’ otra vez, pero esta vez de verdad.
Pero no puedo hacerlo sola, te necesito. Necesito que me hagas sonreír de nuevo, necesito que me hagas rabiar, que te rías de mí cuando me crea tus ironías. Que vuelvas. Que vuelvas para hacerte ver que puede ser mucho mejor que intentar hacer como que estamos bien. Que vuelvas para cambiar y para quedarte, conmigo.
Vuelve si me sigues queriendo, vuelve si vale la pena, porque lo vale.
Pero vuelve, porque no voy a estar siempre esperándote.