Cartas a ninguna parte

Ojalá todo fuera tan fácil como pasar página, pero no lo es, porque si así fuera yo ya hubiera tirado el puto libro por la ventana.

No se puede pasar página cuando es la otra persona la que escribe tus líneas, no se puede pasar página cuando sientes que algo te falta y lo echas de menos, no se puede pasar página cuando aunque lo pienses, en realidad, no quieres.

Ojalá todo fuera tan fácil como olvidar, como no recordar a esa persona que ha hecho de tus días algo más bonito, pero no lo es. No lo es cuando sientes un pinchazo en el pecho cada vez que estáis juntos y sabes que no va a haber beso de despedida, ni abrazos de esos que quitan la respiración. 

Porque me he equivocado miles de veces, y me he caído cuando en realidad lo único que quería era levantarme con él. Ojalá las relaciones fueran tan bonitas como las películas pintan, pero no lo son. Lo bonito de las discusiones es que a pesar de estas, la otra persona quiera estar contigo al darse cuenta de lo que de verdad vale la pena, quiera estar contigo a sabiendas de que las reconciliaciones serán mucho mejor, y a sabiendas también de que esta vez todo cambiará. 

Y no lo digo en vano. Lo digo porque lo sé, porque estos días he sido todo sonrisas cuando en realidad estaba llorando, y porque estoy dispuesta a ser esa chica ‘todo sonrisas’ otra vez, pero esta vez de verdad.

Pero no puedo hacerlo sola, te necesito. Necesito que me hagas sonreír de nuevo, necesito que me hagas rabiar, que te rías de mí cuando me crea tus ironías. Que vuelvas. Que vuelvas para hacerte ver que puede ser mucho mejor que intentar hacer como que estamos bien. Que vuelvas para cambiar y para quedarte, conmigo. 

Vuelve si me sigues queriendo, vuelve si vale la pena, porque lo vale.

Pero vuelve, porque no voy a estar siempre esperándote. 

En realidad

A veces me gustaría hacer caso omiso a los comentarios de una sociedad centrada únicamente en lo estrictamente perfecto y a la vez, inexistente. Desde que naces intentan moldearte a la imagen y semejanza de un canon de belleza establecido por aquellos que, en su mayoría, suelen poseer más dinero que neuronas, y más ambición que sentido común.

Climax, final feliz

Ven. Te necesito. Ahora. Aquí. Sin excusas. Sin terceras personas. Sin miedo. Sin nada que no sean las ganas de tenerme cerca. Sólo tú. Con tu puta forma de excitarme en cada caricia. De volverme loca. De llevarme a un extasis total donde todo es posible. No haremos ruido. Será un ´te quiero´ gritado a los cuatro vientos en medio del silencio sepulcral de aquellos que no saben amar. Haremos el amor en cada línea para completar mis versos. Encontraré toda la poesía que necesito en las cicatrices que guardas dentro de un corazón de acero hecho a base de todas esas promesas incumplidas de gente que no valía la pena.

Y llegaremos al climax juntos, y riendo, como siempre.

Tachán

Se abre el telón y con el una de esas historias que se te quedan clavadas en el corazón. Una de esas que sabes que no van a salir bien pero aún así te arriesgas y juegas, porque te gusta sentirte al borde del precipicio, con la adrenalina quemando tu piel, abajo el infierno mientras que a tu lado sólo está él. Porque te gusta como te hace sentir cuando te mira, porque te hace sentir única. Segura.

Hasta que sólo ves infierno, precipicio, y se cierra el telón. Sin él. 

Y julio se acaba

Y respiro, tan fuerte como puedo, hasta llenar mis pulmones, hasta darme cuenta de que ya no puedo más. Y entonces comienza la sucesión de los mismos acontecimientos, dados como si fuera un mantra del que no soy capaz de salir. Llega el verano y con el las dudas de con quién compartiré el invierno. Porque a mí no me gusta jugar a la Oca en esto del amor, yo voy a piñón fijo, de a uno. Cuando te acostumbras a una persona es muy difícil salir de ahí, cuando tu zona de confort se crea alrededor de sus brazos y ya no ves más allá. Sólo quieres que dure para siempre aunque eso sea de lo más improbable, y ahora mal dices las veces que te has quedado pegada a la televisión en busca de que alguien te hiciera sentir alguna de las cosas tan bonitas que las películas te transmitían. Game Over. Vuelta a la vida real, y julio se acaba.

Realmente vales la pena

De repente pasa, aunque no te des cuenta. Empiezas a sonreír de otra forma, y ya nada te parece lo suficientemente complicado como para no hacerlo. Dejas de sentir el miedo a flor de piel y sólo la excitación de ‘qué pasará’ te pone la carne de gallina. Empiezas a ser feliz con la adrenalina corriendo por las venas de quien acaba de descubrir lo bonito de vivir sin miedo. Descubres que todo vale la pena desde que volvió para quedarse, y que no tienes otra forma mejor de pasar el verano que no sea a su lado. Y es que joder, el que no lo entienda es porque no le ha visto sonreír nunca, y porque no me ha visto reír hasta romperme el pecho cuando estoy con él. 

Y eso, es lo que realmente vale la pena, y eso es lo que realmente amo de él. 

 Sandra Haya

El nombre de mi vida

De repente pasa, aunque no te des cuenta. Empiezas a sonreír de otra forma, y ya nada te parece lo suficientemente complicado como para no hacerlo. Dejas de sentir el miedo a flor de piel y sólo la excitación de ‘qué pasará’ te pone la carne de gallina. Empiezas a ser feliz con la adrenalina corriendo por las venas de quien acaba de descubrir lo bonito de vivir sin miedo. Descubres que todo vale la pena desde que volvió para quedarse, y que no tienes otra forma mejor de pasar el verano que no sea a su lado. Y es que joder, el que no lo entienda es porque no le ha visto sonreír nunca, y porque no me ha visto reír hasta romperme el pecho cuando estoy con él. 

Y eso, es lo que realmente vale la pena.

 

Sandra Haya

Mañana 

​Puedo decirte que no tengo miedo, y hacerme la valiente hasta mañana. 

Puedo llorar hasta que me vuelvan a escocer los ojos tan fuerte que no los pueda volver a abrir durante un rato.

Puede que mañana vaya con mi mejor sonrisa aunque por dentro esté rota desde hace casi una semana.

Puede que mañana me digas que no quieres que vuelva a pertenecer a tu vida de la forma en la que he pertenecido durante estos meses.

Puede que te diga que me da igual, que te llame idiota, que te diga que no te quiero, y que me vaya corriendo como si en realidad estuviera deseando salir de ahí.

Puede que al cabo de unos días acabe diciéndole a mis amigas que ya te estoy olvidando, que no era para tanto, que he dejado de llorar.

Puede que cuando te vea paseando por la calle sonría con autosuficiencia y siga hacia delante como si el mundo no se estuviera derrumbando bajo mis pies. 

Puede que encuentre a otra persona que me haga feliz. 

Puede que llegue un momento en el que ya no te recuerde.

Puede…puede que simplemente desaparezcas de mi vida.

Y puede que eso sea lo mejor, pero, aunque te pueda decir que no tengo miedo, estoy tan asustada que hoy tengo la sensación de que le voy a ganar la carrera al amanecer. Puede que llore aunque eso no haga que el dolor disminuya en absoluto. Puede que sonría aún estando rota, con tal de que me sonrías de vuelta. Puede que mañana me digas que no quieres que pertenezca a tu vida, aunque yo no quiera desaparecer de ella jamás. Puede que te insulte aunque lo único que quiera es besarte una y otra vez. Puede que le diga a mis amigas que ya no duele, sólo para que tú no me veas como alguien que moriría por ti. Puede que cuando te vea sonría, sólo por estar imaginándome lo bonito que sería estar a tu lado. Puede que haya otro. Puede que te olvide. Puede que te desvanezcas.

Pero quiero ser valiente de verdad,

no quiero tener miedo,

no quiero llorar,

no quiero sonreír falsamente,

no quiero estar rota,

no quiero que me dejes,

no quiero huir,

no quiero mentir,

no quiero verte y hacer como si nada,

no quiero a nadie más, 

no quiero olvidarte,

no quiero perderte,

no quiero quererte,

pero te quiero, 

y no quiero que te vayas.

Así que no lo hagas, por favor.