Hay días en los que tengo que mirar para atrás, para seguir hacia delante. Dias en los que mi voz no se oye entre tanto murmullo de gente, que no tiene nada mejor que hacer en la vida, que joder la mía. Hay días en los que simplemente respiro hondo, y me doy cuenta de todo lo que está pasando a mi alrededor. Sigue habiendo políticos corruptos, y ya ni la Casa Real se libra, por muy ‘real’ que esta diga ser. Seguimos recibiendo a las personas que vienen a nuestro país en busca de ayuda, con los brazos cerrados y vallas electificadas. Hay gente por ahí que dice que el calentamiento global es un mito, gente que no reculará ni cuando se esté ahogando en su casa por la subida del nivel del mar. Hay días en los me dá por pensar que todo lo que ha evolucionado el ser humano, se lo han cargado unos pocos. Que sigue habiendo discriminación por género, por raza, por condición sexual. Que un negro te va a quitar el trabajo, una mujer no lo va a saber hacer y un homosexual terminará antes de haber empezado. Hay días en los que no puedes escapar de una realidad bochornosa de la que otros se sienten orgullosos.
Y esa es la única clase de gente que debería dejar de existir, para que yo pudiera empezar a hablar bien de este país, y en general, del mundo. Ese mundo al que estamos matando.