Eres tan pequeño, que parece mentira que un corazón esté latiendo en tu pecho, tan fuerte que logro oír desde aquí como grita a la vida. Me miras, y ante tus ojos sólo puedo ver la inocencia de alguien, que aún no ha conocido los contras, de ser diferente en un mundo en el que ser igual está de moda. Tienes la sonrisa más bonita del mundo, y pisas fuerte como si quisieras derribar los muros que se alzan ante ti antes de tiempo. Ambos perdimos antes de aprender a luchar, y fuimos presos de la mala suerte que parece perseguir solamente, a quien menos lo merece. Pero no te rindes, y sigues siendo un ejemplo para todos aquellos que con admiración te observan, y saben con sólo echar un vistazo que eres fuerte, muy fuerte y que no tienes miedo de seguir luchando por algo que, aunque sea difícil, vale la pena.