Siempre me ha gustado ganar, por el hecho de ser consciente de que aunque haya tenido suficientes motivos para abandonar, nunca he dejado de correr.
Voy a empezar a correr de nuevo, ¿sabes?
Y tú a mi lado, ¿te imaginas? Con esa sonrisa que tienes, con la que no hace falta ni que me quite las bragas. Con los ojos llenos de ganas de cambiar el mundo, y el ceño fruncido que se te pone cuando no entiendes porqué nos hemos acostumbrado a vivir así, repletos de dudas, sin ganas de nada, con miedo al fracaso y a la vez, predisposición a ello. Por eso creo que siempre hemos encajado tan bien, porque mientras que yo siempre he sido propensa a la autodestrucción, tú siempre has sido un forofo de la reconstrucción.