Nadie podría decir, viéndote sereno, que puedes inudar París a base de lágrimas cuando me alejo, que sabes de memoria a cuantos besos está la parada de autobuses de mis piernas, y que conoces mis sentimientos como si formaran parte de ti. Eres un niño vestido con cicatrices, y nuestra historia es una versión adaptada del cuento en el que el lobo encierra a Caperucita en el armario, y ésta…