Ellos eran
como la noche
y el día,
los dos
polos opuestos
que se
complementaban
a la perfección.
Eran tan
distintos
que parecía
casi imposible
que el amor
surgiera
entre ellos,
pero
contra todo
pronóstico,
rompieron
la barrera
de lo
opuesto.
Rompieron
con el
no quiero,
con el
no puedo,
y con el
qué dirán.
Fueron
valientes,
se arriesgaron,
ganaron
y
acabaron
siendo libres.