Fui novela, fui texto

Empecé a escribir cuando todavía buscaba a los monstruos debajo de la cama. Empecé porque, básicamente, quería comprobar si yo era capaz de hacer que la gente persiguiera el amanecer durante toda la noche, sin prestar atención a sus párpados cansados, a cambio de una historia que les dejará sin respiración.
Empecé escribiendo novelas, intentando sumergirme en otra vida que no fuera la mía, y plasmando, a la vez, como me gustaría que fuera. Con el pasar de los años dejé de escribir novelas, y empecé a escribir textos. El sentimiento era muy diferente entre sí. Así como en las novelas me gustaba ser otra, en los textos siempre fui yo. En vez de buscar realidades alternativas, me enfrentaba a mis monstruos y los plasmaba en el papel. Me desnudaba en cada palabra. Cosía mi piel con el lápiz y el papel.
Y descubrí que me sentía mejor arrancándome la costra del alma y dejando que sangrara, a tener que disfrazarme de alguien que nunca fui, ni seré.

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