Ella cuenta los kilómetros con los dedos, como si eso fuera a hacer que desaparecieran. Llega a casa y mientras escucha algo de Andrés Suárez, se masturba. No tiene ganas de salir, ni de prepararse, le encantan las noches de helado y quedarse pensando, sin pensar. Cena apoyada en la encimera mientras prepara los mismos planes de mierda para un fin de semana más. Se queda desnuda intentando que las ganas dejen de arañar su vientre, sin suerte. Se cepilla el pelo con los dedos y se tumba en la cama observando el techo. Y que ganas de que esté aquí y la muerda las bragas, y la necesidad.
Que te quiere, que te quiero.