Ojalá pudiera bailar con la fuerza que lo hacen los que pueden y no se dan cuenta de lo que eso significa. Ojalá pudiera correr hasta quedarme sin un aire que sólo la satisfacción de poder hacerlo me podría devolver. Ojalá simplemente pudiera romper las barreras que se alzan arropadas por las inseguridades que me corrompen día a día. Ojalá no existiera el «no puedo» para no volver a tener que decirlo con los dientes apretados y una sonrisa tan falsa que apenas pudieran sostener mis labios. Ojalá simplemente todo fuera diferente y yo no hubiera aprendido lo que es caerse antes de, ni siquiera, aprender a andar.