Lo viviré.

Baby you’re all that I want
When you’re lyin’ here in my arms
I’m findin’ it hard to believe
We’re in heaven
And love is all that I need
And I found it there in your heart
It isn’t too hard to see
We’re in heaven

Heaven, Bryan Adams.

Cuando tus brazos rodeen mi cuerpo,
mis labios descansen sobre los tuyos,
mi respiración y la tuya vayan de la mano,
tu sonrisa desencadene la mía,
te enamores de este corazón deshecho
que solo espera que alguien
le dé motivos para luchar de nuevo,
y aparezcamos enredados
a las caricias del otro,
ese día dejaré de escribir sobre el amor
y empezaré a vivirlo.

vvvvvvvvvv

Sandra Haya.

Sigue ahí.

Ella estaba hecha de puñales, de recuerdos dolorosos, de mentiras, de lagrimas, de miedos camuflados por una cara de póker con un «todo va bien» pegado en la frente que ni ella misma se creía. Un todo va bien que se desvanecía entre sus dedos, o debajo de esos ojos, que llevaban la cuenta de las noches en las que el insomnio llamaba a su puerta. Y es que no todo es lo que parece. No todo son risas y mala ostia acumulada. Dentro de todo eso, dentro de esa chica que parece fuerte y a la que todo el mundo cree conocer, hay una niña con los ojos llorosos, escuchando al otro lado del espejo quién será el próximo hijo de puta que le romperá el corazón, o el siguiente motivo por el cual se partirá en dos, otra vez.  Y es que es verdad eso que dicen, a medida que va pasando el tiempo, aprendes a tragarte todo aquello que sientes, todo aquello por lo que pasas, todo aquello por lo que sufres, haciéndote presa de ti misma, de tu dolor, que aunque nadie note, sigue estando ahí.

touchmyskin

Sandra Haya

RESEÑA: LA CHICA DEL TREN

image

Autora: Paula Hawkins
Fecha de publicación (original): 13 de enero de 2015
Título original: The girl of the train
Idioma original: Inglés
Tema: Thriller
Fecha de publicación (España): 02/06/2015
Páginas: 496
Idioma: Español
ISBN: 978-84-08-14147-1
Formato: 13 x 21,5 cm.
Presentación: Tapa dura con sobrecubierta
Colección: Planeta Internacional

AUTORA.

Nacida y criada en Zimbabwe (26 de agosto de 1972), Paula Hawkins se mudó a Londres en 1989, lugar en el que reside desde entonces. Ha trabajado como periodista más de quince años, colaborando con una gran variedad de publicaciones y medios de comunicación.

SIPNOSIS.

¿Estabas en el tren de las 8.04? ¿Viste algo sospechoso?
Rachel, sí

Rachel toma siempre el tren de las 8.04 h. Cada mañana lo mismo: el mismo paisaje, las mismas casas… y la misma parada en la señal roja. Son solo unos segundos, pero le permiten observar a una pareja desayunando tranquilamente en su terraza. Siente que los conoce y se inventa unos nombres para ellos: Jess y Jason. Su vida es perfecta, no como la suya. Pero un día ve algo. Sucede muy deprisa, pero es suficiente. ¿Y si Jess y Jason no son tan felices como ella cree? ¿Y si nada es lo que parece?
Tú no la conoces. Ella a ti, sí.

«Un impresionante debut en el mundo del thriller.» The Guardian.
«Agárrate fuerte… Nunca sabes los horrores que acechan en la siguiente curva» USA Today.
«Nada como un posible asesinato para romper la monotonía de tu viaje diario en metro» Cosmopolitan.

El bestseller que arrasa en las listas de más vendidos en EE. UU. y Reino Unido.

OPINIÓN PERSONAL.

⭐⭐⭐⭐⭐

Desde que lo vi por primera vez recomendado en la «Casa del Libro» lo quise, ni siquiera sabía de que se trataba pero ese título y esa portada sembraron en mí la duda y la curiosidad, ¿Quién era la chica del tren? La lectura se hace ligera y aunque la primera parte del libro es un poco más aburrida, por denominarlo de alguna forma pues es esa parte en la que nos presentan a la protagonistas y demás personajes, la segunda parte esta llena de giros inesperados que te dejan con el corazón un puño y queriendo más y más. Y aunque antes del final ya sabes quien es el/la causante de los problemas, no deja de sorprenderte en ningún momento. Dada mi escasa experiencia en el géreno thriller no tengo con que compararlo, pero es un libro que me ha apasionado y ha conseguido que me meta de lleno en la historia sufriendo, compartiendo, comprendiendo, hasta el último momento a la protagonista.

BIBLIOGRAFÍA.

http://m.planetadelibros.com/la-chica-del-tren-libro-196708.html

http://m.casadellibro.com/libro-la-chica-del-tren/9788408141471/2544161

https://es.m.wikipedia.org/wiki/La_chica_del_tren_(novela)

http://m.abc.es/cultura/libros/20150607/abci-paula-hawkins-chica-tren-201506061638.html

https://en.m.wikipedia.org/wiki/Paula_Hawkins_(author)

Sandra Haya

CASA

Te llamo casa porque estoy segura de que, estando contigo, cualquier sitio se puede convertir en mi hogar. Te llamo casa porque tan sólo con oir tu voz ya sé que todo va a salir bien, pase lo que pase. Te llamo casa porque en tus brazos me siento protegida, a salvo de todos esos problemas que se vuelven insignificantes cada vez hundo mi nariz en tu pecho. Te llamo casa porque sólo contigo soy capaz de despojarme de mis miedos como quien lo hace de su abrigo a principios de verano. Te llamo casa porque eres la persona que empieza y termina todas las guerras que acaban sucediendo bajo las sábanas, donde el único peligro es que rompamos el cabecero de la cama de tanto amarnos. Te llamo casa porque eres casa, porque eres tú.

¿Te he dicho alguna vez porque te llamo casa?

image

Sandra Haya

No todo está perdido. I

Estoy mareada cuando entro por la puerta. Y por un instante, en el momento en el que me agacho para quitarme los zapatos dudo si podré incorporarme de nuevo. No quiero despertarte, sé que no has tenido una buena semana en el trabajo, y yo estoy demasiado borracha como para mantener una conversación sin vomitar sobre la alfombra marrón del salón, la que nos regaló tu madre, la que yo tanto odio. Cuando entro en el cuarto no te veo en la cama, y pienso, como siempre, que te has quedado dormido en el sofá, después de estar mirando al techo, pensando en todas las razones por las que el día ha ido mal, o quizá has decidido quedarte en el sofá después de masturbarte, mientras veías un vídeo porno y me imaginabas a mí, como un último recurso, una última caricia ante esta temporada en la que los únicos dedos que me han tocado donde yo tanto lo necesitaba, han sido los míos. Nos hicimos mayores demasiado rápido y los problemas acudieron a nuestra vida sin tregua alguna. Estos son los contras de los que nadie habla cuando se trata de amor.
No sé cuanto tiempo me he quedado pensando en toda la mierda que rodea nuestra vida, pero cuando levanto la cabeza por fin te veo, apoyado en la barandilla del balcón, de espaldas a mí, con un paquete de Malboro en el bolsillo trasero ese pantalón vaquero que te regalé cuando nos conocimos y que ahora está tan desgastado como lo estamos nosotros. Un cigarrillo descansa sobre tus labios, aunque no lo vea lo sé, veo como el familiar humillo con olor a tardes de sexo aparece por encima de tu cabeza y desaparece segundos después acunado por el viento. Llevas el pecho descubierto y cuento con los dedos de las manos los tatuajes que adornan tu espalda, esos que conocen mejor el roce de mis labios que el tacto de la ropa. Tienes los pies desnudos e imagino que ahora sólo necesitas un poco de calor, aunque tienes el corazón demasiado frío como para admitirlo.
Me acerco poco a poco hacia ti. No recuerdo la última vez que estuve tan cerca de tu cuerpo y ante ese pensamiento las lágrimas inundan mi mirada. Poso mi mano en tu espalda y te estremeces. Dejo que las lágrimas acaricien mis mejillas sin remedio, no todo está perdido, en realidad nunca lo ha estado, era un sin sentido que algo tan fuerte se volviera tan débil de un momento a otro, por culpa de las circunstancias, el estrés, la rutina y el puto día a día.
Cuando te das la vuelta puedo ver en tus ojos lo que tú no eres capaz de admitir; que estás igual que yo, que tú también me has echado de menos. Con las respiración agitada, coges mi pequeña muñeca en comparación con tus dedos, firmes, expertos y me das un beso en la palma de la mano, jadeo ante ese inesperado contacto, que lejos de ser sexual, es tan íntimo que me hace sentir completamente expuesta, completamente desnuda ante ti.
Te beso lentamente y nos movemos al ritmo de una canción inexistente. Con tus manos acariciando el final de mi espalda y mis dedos investigando cada pequeña imperfección de su nuca.
Y mientras bailamos me permito fantasear con la idea de que algún día saldremos de aquí, pero me quedo callada, es demasiado para hablar en un mismo día y ya estoy pensando demasiado.
Y noto que tu también te das cuenta cuando tus manos se meten por dentro de mis pantalones buscando ese tesoro que nunca te cansas de encontrar. Disudiando a mi mente de cosas que, en cuanto tus dedos me tocan, pierden absoluta importancia.

image

Sandra Haya

Hoy

He dejado a mi mente dando tumbos por culpa de un caótico e indeciso corazón. Ya no me sale mentir, decir que todo está bien cuando existe ese opuesto que me acompaña siempre. Hoy ha sido uno de esos días malos. De los de no querer levantarse de la cama y ni siquiera molestarse en mirar la hora y asegurarte de que el mundo no se ha olvidado de ti. Simplemente las horas han pasado mientras intentaba quitarme la costra y dejar que esa herida cada vez más grande saliera a la luz. Era demasiado grande como para seguir ocultándola debajo de todas esa felicidad hueca. Vacía. Calculada. Fría. Carente de verdad. Otro día malo, ya sabes, de esos que nunca se van pero sabes esconder de forma brillante debajo de esa sonrisa de esfinge perfectamente ensayada.

image

Sandra Haya

No lo recuerdo.

Ya no recuerdo la última vez que estuvimos bien. Bien de verdad. A veces pasa, que, te intentas creer que todo va bien, que todo va a mejorar aunque sepas que no va a ser así. Intentas reír y besar como antes pero no puedes, porque hay algo que ha cambiado, tanto en su comportamiento como en el suyo. Piensas que esta va a ser la última, pero nunca lo es, y crees que pasar los años al ritmo que los segundos va a ser la solución, pero no. Y sabes que algo en él también ha cambiado, que ya no te mira con los mismos ojos, y ya no tiene fuerzas ni para rebatir tus estúpidos argumentos. Sumidos en una rutina autodestructiva. Sus besos ya no son de verdad, y mis risas tampoco. Las ganas se evaporaron a la velocidad que lo hicieron esas botellas de whisky que estaban guardadas en el tercer cajón de su mesilla de noche. Intentámos disfrutar como jóvenes, y acabamos fallando como ancianos. Ojalá algún día me diga eso. Lo que piensa y tiene miedo a sacar por miedo a hacerme daño, aunque la mayoría de las veces se lo hago yo. Algún día me dirá que está cansado de mis idas y venidas tanto como yo estoy cansada de tenerlas. Me dirá con los ojos aguados que ya no hay más, que no tiene ni fuerzas, ni ganas, ni coraje para aguantar más. Y ese día en el que empiece a lamer sus propias heridas a sabiendas de que yo no lo haré, ese día, todo habrá acabado. Y por muy triste que parezca, lo bueno de la situación es que le hará sentir libre. Y le lanzará a los brazos de esa mujer, a la que él dejó por tener las agallas de lanzarse hacía un imposible. Ícaro volando demasiado cerca del Sol, otra vez, excesivamente orgulloso para admitir, que, como siempre, se acaba quemando. Cuéntame la verdad, no pienso cortar tus alas, si decides echar a volar, porque prefiero saber la verdad que ha gritos ahogados, los dos conocemos que vivir sumergida en una mentira, que aunque dulce, algunas veces, demasiado agria a la vez.

image

Sandra Haya