Me encantan tus oyuelos.
Esos que anuncian
el principio de tus caderas
y que son los más fieles testigos
de lo buenas que son las
reconciliaciones,
los aniversarios, y los cumpleaños
y las cenas, y los lunes
y…
Y esos otros,
ya sabes,
los que te salen cuando sonríes,
de esa forma tan tierna,
que hace que,
me entren ganas de desgastarte los
labios
a base de besos, desesperados,
por provocarte sonrisas.
Y ser la única dueña
de ellas.
Sandra Haya