Te enamoraste de la noche y el día. Te enamoraste de contradicciones, miedos y dudas. Te enamoraste de ella. Tan fuerte por fuera, tan rota por dentro. Te enamoraste de ella tan fuerte que dolía, ¿verdad?¿Y cómo coño te ibas a resistir si con una sonrisa ya te tenía entre sus dedos? Esos dedos que ya ni siquiera la sostenían a ella. Te enamoraste de una mujer que sentía por los demás el amor que no sentía por ella misma. Y tú querías cambiarla, y querías reparar todos esos daños a besos. Y querías despertarla de un mal sueño, como cual princesa de cuento, el mal sueño que había sido su vida hasta el momento. Pero pronto te diste cuenta de que no, de que ella estaba hecha para la soledad, y que posiblemente siempre fuera así.
Sandra Haya