No sé cómo saben tus labios, ¿sabes? Pero sin embargo me conozco de memoria el sonido de tu corazón al latir, porque yo también lo siento cuando estoy contigo.
Sandra Haya
No sé cómo saben tus labios, ¿sabes? Pero sin embargo me conozco de memoria el sonido de tu corazón al latir, porque yo también lo siento cuando estoy contigo.
Sandra Haya
Me encantan tus oyuelos.
Esos que anuncian
el principio de tus caderas
y que son los más fieles testigos
de lo buenas que son las
reconciliaciones,
los aniversarios, y los cumpleaños
y las cenas, y los lunes
y…
Y esos otros,
ya sabes,
los que te salen cuando sonríes,
de esa forma tan tierna,
que hace que,
me entren ganas de desgastarte los
labios
a base de besos, desesperados,
por provocarte sonrisas.
Y ser la única dueña
de ellas.
Sandra Haya
Los recuerdos arañan mi mente a medida que el tequila arde en mi garganta. Siempre me dijeron que los desengaños dolían, pero a la vista está que eso sólo era una expresión a escala de lo que de verdad iba a sentir. También me dijeron que las penas con alcohol se olvidaban, y aquí estoy, por mi cuarta copa, en un bar de mala muerte, con tu nombre en los labios y con ganas de ti.
Sandra Haya
Ahora sólo soy capaz de ver tu sombra cruzando el umbal de la puerta, esta vez para irte. Te quiero más de lo que nunca quise a nadie. Te quiero, mi amor. Te amo. Y te vas, y yo sé que esta vez es para siempre, que no vas a volver al cabo de dos minutos, con esa sonrisa tan tuya que se ha vuelto algo tan mío. Esta vez no me harás el amor a modo de la más bonita de las disculpas. Y casi puedo escuchar el ruido de mi corazón al romperse, tan poco a poco como las lágrimas van cayendo. Te has ido. Recuerda los motivos por los que un día te enamoraste de mí y vuelve por favor. VUELVE, JODER. Vuelve… Vuelve a ser tú. Vuelve a besar esas heridas que hoy sangran más que nunca. Que se resienten y se abren ahora que no estás. Vuelve… Vuelve y hazme feliz.
Sandra Haya
No llores por favor. Siempre nos quedarán los recuerdos de aquello que nunca pudo ser. Me embeberé de ti todas las noches antes de dormir, te lo prometo. Guardaré todos esos instantes bonitos que tuvimos, porque los malos ya nos han marcado lo suficiente. Fue lo suficientemente bonito como para ser recordado. Fue lo suficientemente triste como para ser sólo algo fugaz pero fue nuestro y eso, no nos lo podrá quitar nadie.
Sandra Haya
Te enamoraste de la noche y el día. Te enamoraste de contradicciones, miedos y dudas. Te enamoraste de ella. Tan fuerte por fuera, tan rota por dentro. Te enamoraste de ella tan fuerte que dolía, ¿verdad?¿Y cómo coño te ibas a resistir si con una sonrisa ya te tenía entre sus dedos? Esos dedos que ya ni siquiera la sostenían a ella. Te enamoraste de una mujer que sentía por los demás el amor que no sentía por ella misma. Y tú querías cambiarla, y querías reparar todos esos daños a besos. Y querías despertarla de un mal sueño, como cual princesa de cuento, el mal sueño que había sido su vida hasta el momento. Pero pronto te diste cuenta de que no, de que ella estaba hecha para la soledad, y que posiblemente siempre fuera así.
Sandra Haya
Él nunca quiso escuchar lo que el corazón de ella latía, ansioso, por ser escuchado. Él vivía atado de pies y manos a unos celos que habían sido fundados en relaciones fracasadas del pasado. Ella lo entendía pero poco a poco su corazón se iba cerrando hacia aquel hombre que sólo escuchaba lo que sus miedos, ansiosos por destruir cualquier ápice de esperanza, se dignaban a decir. Y por mucho que el amor predominara en su mirada cuando de manera furtiva la observaba, ella echó a volar, antes de que él cortara sus alas.
Sandra Haya
Siempre habrá algo que te recuerde,
irremediablemente,
a esa persona.
Y lo peor de todo
es que seguramente cuando intentes
pasar página
él estará en tu subconsciente
recordándote todas y cada una
de las razones por las que le elegiste
a él por encima de ningún otro.
Y haciendo que te des cuenta de que
si tuvieras la oportunidad de
volver a empezar, volverías a cometer el error*
del volverle a elegir con los ojos cerrados
y el corazón abierto.
*. Acierto, con consecuencias.
Sandra Haya