La grieta de mi pecho se ensancha. Parece que el Sol no se ha puesto en varios días. Vivo en una noche perpetua, únicamente acompañada por mis miedos. Las lágrimas corren por mis mejillas raudas y veloces. Ni siquiera sé por qué estoy llorando, creo que es la única forma que tengo de sacar al exterior todo lo que me atormenta. Quizá cuando la gente sepa que ser diferente a los demás es lo que te hace única y no inferior, dejaré de llorar para intentar protegerme de los demás y de mi misma.
Sandra Haya